miércoles, 8 de octubre de 2008

Domicilio conocido




Nunca me esperaba a que el cartero llamara dos veces. Cuando era niño en Tequila estaba pendiente de su silbato, porque siempre traía una carta para mí. A veces no me esperaba a oírlo sino que iba a la oficina de correos a preguntar si me había llegado algo. Eran los tiempos donde todavía se podía poner simplemente: domicilio conocido y el cartero recorría las calles a pie, una ruta casi de memoria. Aun conservo muchas de las cartas que recibí, las guardo en un lugar común: una caja blanca de zapatos. Por años mantuve correspondencia con amigos en Estados Unidos, España o Colombia sin nunca conocerlos personalmente. Hacía contacto con ellos por medio de revistas donde pedían entablar amistad con personas de cualquier ciudad del mundo. Yo desde Tequila me imaginaba aquellos lugares, descubrirlos a través de los relatos de la gente que me contestaba. No eran cartas de amor, apenas tenía 9 o 10 años, pero quizá eran las ganas de salir de mi pueblo lo que me hacía ponerme en contacto con personas al otro lado del océano. Era como lanzar una botella al mar.

Hace unos días me encontré esa caja y estuve leyendo las cartas, tratando de recordar lo que yo escribí según las respuestas. Ya en Guadalajara cuando tenía 14 o 15 años, Cristina, mi primer amor, se fue a estudiar un año a Boston y continué con mi ejercicio de escribirle y pasar por la oficina postal de la colonia Providencia, casi a diario, a echar cartas al buzón o a recoger algún paquete. Compraba con el sistema COD cualquier cosa que anunciaran en las revistas: libros, aparatos para hacer ejercicio, hasta una rubia y sensual muñeca inflable que me acompañó en mis años de pubertad. La pobre, de día dormía bajo mi cama, según yo era el lugar más seguro para que no la encontrara mi madre o la señora del servicio. La dejaba ahí como si nadie la pudiera encontrar, pues debajo de la cama hay un universo al que los niños y a veces los no tan niños, por miedo no nos aventuramos a explorar, ahora creo que hasta mis hermanos probaron sus suertes amatorias con ella. Una noche en mis delirios calenturientos le reventé una nalga, desvaneciéndose su amor en mis brazos a mitad del clímax. Después se le pinchó una teta o me quedé con un pezón en la boca, no recuerdo bien. La desafortunada muñeca terminó subastada en mi salón de tercero de secundaria entre mis amigos íntimos, parchada con cinta adhesiva blanca de la que usaba mi padre en su consultorio para asegurar vendajes.

Ya en los noventa tuve un cerrado intercambio de ideas con Enrique Rivera, un amigo de La Habana que era muy cauto para escribir, con Celine Daniz, una canadiense que fue un fugaz amor de verano y con Monna Gilldes, actriz y vedette de teatro de carpa en la Francia de la postguerra. A ella la conocí apenas hace un par de años, en un viaje de huida a Niza. Era una vieja elegante que ya rebasaba los ochenta. Ahora con el correo electrónico, el cual me resistí durante mucho tiempo a usar porque siempre he sido muy bruto para la tecnología, pareciera que el mundo se ha achicado tanto que ya el cartero no me trae buenas nuevas, sólo cobros del teléfono, gas y tarjetas de crédito. Tampoco paso por la oficina de correos, pero sigo igual de impaciente cuando abro el Outlook Express y en mi bandeja de entrada no aparece el email que tanto espero, la respuesta positiva del concurso literario, del editor al que le mandé mi nuevo libro de cuentos, o de la mujer que quiero y que deja pasar los días sin escribirme una línea. Yo que siempre he sido tímido para enfrentarme a las mujeres, el mail me ha ayudado mucho para poder expresarme y darme cuenta si la chica que pretendo cortejar sabe escribir. Reviso la sintaxis, la ortografía y la acentuación, que es donde más fallan. Si se toman el tiempo para escribir las palabras completas o usan criminales abreviaturas como tmb, q’, etc. Si es verdad que como escribimos pensamos ¿habrá quién acorte sus pensamientos?

A pesar del Facebook al que todavía me cuesta trabajo encontrarle sentido y cuadratura, en el cual los amigos se reúnen para intercambiar fotografías o reencontrarse después de veinte años para presumir hijos o logros y darse cuenta que ya no tienen nada en común. A pesar de chatear regularmente con las mismas tres personas, cuando viajo al extranjero sigo enviando postales o cartas escritas a mano, de amor o de perdón, de las cuales no he tenido respuesta y he visto al cartero pasarme de largo en su moto, silbando apenas porque ya a nadie le hace ilusión que llegué con sus alforjas llenas de excesos, catálogos para leer en el baño y cuentas por pagar.
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Rodolfo Naró, poeta y narrador mexicano, su libro reciente es El orden infinito, finalista del Premio Planeta de Novela 2006. wwww.rodolfonaro.com
Fotografía en contexto original

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo lo que escribes sin importar el tema me parece genial, sencillo, y sobre todo que siempre tocas las fibras del corazón.

Anónimo dijo...

Hola Rodolfo. Cómo me gusta tu estilo y quiero que sepas que he disfrutado tus líneas en los poemas y también estas palabras en tu columna chueca. Te mando un abrazo y un gran saludo desde culichi, esta ciudad en la que llueven balas. Ahora, después de leer tu texto sobre los carteros, estoy chorreándome de pura nostalgia. Javier Valdez.

Beto PAZ dijo...

Domicilio conocido

Yo brinco de la silla cada vez que Don Manuel el cartero, pasa por mi calle. Su hijo Manuel, me llevaba la correspondencia en mi domicilio de Hidalgo casi Americas en donde vivi 5 años.

Con el descubrimiento de ebay y el poder comprar todo tipo de objetos recibo desde plata, hasta cds de todo el mundo y es una sensacion indescriptible que el carteto llegue a tocar el timbre de tu casa. U oir su silbato.

Voy este fin de semana a Aguascalientes, regreso y me voy 2 semanas a Puerto Vallarta

Te mando un abrazote y un beso


Beto PAZ

jagh dijo...

Con mi saludo y admiración, disfruto de tu columna chueca, aun cuando el dia mas chueco me regala solo 2 minutos para leer.

José Angel
Chetumal, Q.Roo

MORTIS dijo...

Hola, jajaja sabes, en cuanto termine de leer domicilio conocido inmediatamente abrí el Outlook en busca de los mails que te he enviado para revisar el tema de las malas abreviaturas.....

HE PASE LA PRUEBA!!!!....

TE MANDO MIL BESOS Y YA SABES COMO SIEMPRE ES UN GUSTO LEERTE

Christian Obregón dijo...

Yo quiero una muñeca inflable también!! Y si está usada mejorrrr!!! jajajajaja
Besos desde Catalandia!!!

Natalia dijo...

Querido Rodolfo, como siempre es un placer leer cada una de tus columnas. En este caso "Domicilio conocido" me hace llevar indudablemente a la palabra nostalgia.
Nostalgia un concepto al cual le he temido, recordar y añorar viejos momentos. La velocidad del tiempo creo que es la unica que no nos damos cuenta, cuan prisa va, por ello es tan importante el presente.
Nostalgia, es una sublimación en la ideterminación de un anhelo del alma desbordado en la materia. Como dice una parte de aquel tango de Enrique Cadícamo:
Nostalgias
de escuchar su risa loca
y sentir junto a mi boca
como un fuego su respiración.
Angustia
de sentirme abandonado
y pensar que otro a su lado
pronto... pronto le hablará de amor...
¡Hermano!
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir...
Desde mi triste soledad veré caer
las rosas muertas de mi juventud.
Un beso.

Anónimo dijo...

´HOla ...everything is Ok do not worry about the language some relations do not need language Felicidades!!!!!!donde estas??????
Vas a LA Fil??????cariños Vicky

Sila dijo...

De niña,vivia en Australia-1972- por entonces las cartas tardaban en llegar a España, unas 2 semanas y otras 2 en dirección opuesta.Una vez enviadas,calculaba con gran exactitud cuando deberia llegar la respuesta desde España y tal era mi ansiedad que nadie tocaba el mail box y siempre me dejaban la sorpresa para mi. A veces y, si veia una mariposa blanca , a mi entender queria decir que tendria carta, cosas de la niñez, aunque a veces realmente coincidian una cosa con la otra. Yo era la que siempre escribia las cartas y la que las leia en voz alta para mis padres, era lo mejor que me podia pasarese dia y lo disfrutaba enormente. Mi padre decia, que letra tan bonita tiene la niña , y que bien escribe, yo me estiraba sentada en mi sillita como toda una señorita orgullosa de si misma. En las cartas, mi abuelo materno le enviaba un cigarrilo desliado de tabaco negro a mi padre pues, a este le gustaba yen Australia solo habia tabaco rubio. Mi madre le mandaba a mi tía unos cuantos dólares de vez en cuando y así sucesivamente intercambiabamos pequeños objetos que camuflabamos entre los folios escritos. Recuerdo aquellas sensaciones como algo tan constructivo y gratificante para mí. Todo un ritual el escribir la carta, doblar el folio , meterlo cuidadosamente en el el sobre,cerrar el mismo mojandolo conla lengua que esta se quedaba con ese sabor amargo durante un rato, lo mismo con su sello y el toque final, ir al buzón a depositar la carta que una vez se desliza de tus manos sabes que será manipulada repetidas veces hasta llegar al destino final, las manos de tu ser querido al otro lado del oceano... e igual emoción al abrir la remitida por el otro bando. Que suerte he tenido por haber podido experimentar tantas sensaciones a treves de unos folios y un espectacular sello en un sobre.

Rodolfo Naró dijo...

Hola Patricia,
ojalá te siga gustando l que sigue, no sé exactamente qué porque cada columna la pienso y fraguo poco antes de escribirla. Veamos, entonces qué nos depara el destino,
Besos,
Naró

Rodolfo Naró dijo...

Hola Javier,
¿Cómo está ese Culiacán al que tantgo he querido volver?
Te mando un abrazo y seguimos leyéndonos,
Naró

Rodolfo Naró dijo...

Betito,
A veces creo que son mejor tus comentarios que mis columnas, también me encanta leerte,
Abrazos,
Naró

Rodolfo Naró dijo...

Hola Jagh,
Espero que las siguientes semanas no sólo tengas dos sino tres o diez minutos para seguir leyendome,
Saludos hasta allá,
Naró

Rodolfo Naró dijo...

Hola Jessica,
no importa que también escrfibas con abreviaturas, no hagas caso de mis manias. Qué gusto leerte,
besos,
Naró

Rodolfo Naró dijo...

Para Catalandia mi nostalgia, le petit prince, Saludos, Naró

Rodolfo Naró dijo...

Querida Natalia,
Gracias por seguir leyéndome, por tus comentarios, parece que le adivinas, Nostalgias es mi tango favorito y más si te lo cantan al oido, como una vez lo escuché.
Besos,
Naró

Rodolfo Naró dijo...

Hola Vicky,
Si voy a la FIL este año, como siempre, seguro allá nos vemos, tenemos mucho que conversar.
Besos,
Naró

Rodolfo Naró dijo...

Uff! Sheila,
qué comentario tan bueno el tuyo, gracias por leerme, seguimos en contacto,
besos,
Naró

Rosalva dijo...

HOLA, EL OTRO DIA ME ENCONTRE UNAS CARTAS DE UNA AMIGA QUE TENIA EN QUERETARO, CUANDO ESTUDIABA LA PREPARATORIA ALLA. ME GUSTABA QUE NOS ESCRIBIERAMOS, PERO CON EL TIEMPO LAS CARTAS FUERON SIENDO MAS ESPORADICAS, YA CADA QUIEN POR SU LADO...PERO LA RECUERDO MUCHO Y CUANDO INVESTIGUE SU NUM DE TELEFONO, SU MADRE ME DIJO QUE YA SE HABIA CASADO... BUENO Y SI, AHORA LA CORRESPONDENCIA SON CUENTAS POR PAGAR Y ESAS COSAS. YO SE QUE ESTE MEDIO ELECTRONICO ES MAS RAPIDO PERO TAMBIEN ES MAS FRIO. NO HAY COMO RECIBIR UNA CARTA ESCRITA DE PUÑO Y LETRA DE ESA PERSONA. YO POR EJEMPLO CONOZCO TU LETRA, POR TU DEDICATORIA, CLARO, PERO NO SE SI UN DIA TU CONOZCAS LA MIA... QUE LLEGARAS A CONOCERLA... Y RECONOCERLA

HASTA PRONTO

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