No he sido muy aficionado al teatro, confieso que el cine, conmigo, le ha ganado la batalla. Además de que las butacas siempre son tan estrechas e incómodas como el asiento de un autobús de segunda clase, necesito que sea una obra contundente, que me haga reflexionar o me confronte, como Arte de Yasmina Reza (Premio Molière) que es la obra más representada en la historia del teatro mundial, en más de 35 idiomas. O aquella puesta memorable de Ignacio López Tarzo y Héctor Bonilla en El vestidor de Ronald Harwood. O la reciente Pillowman de Martin McDonagh. El teatro en México se ha tornado a la comedia y el albur fácil, tratando de aprovechar el éxito de la telenovela, en taquilla. Algo así me suponía que vería en El buen canario de Zach Helm, con Irene Azuela, Daniel Giménez Cacho Bruno Bichir y Diego Luna, entre otros, haciendo que el estreno coincidiera con Rudo y Cursi en cartelera. Todo es mercadotecnia, me dije. Pero tuve la oportunidad, antes de ir al Teatro de los Insurgentes, de buscar las críticas, de escuchar distintas opiniones y de leer el guión que editorial Sexto Piso editó en un libro digno de coleccionar.
El teatro estaba lleno, como han sido todas las funciones. Casi mil personas nos sentamos a ver la obra que comienza con Annie (Irene Azuela), sola frente al público haciendo una reflexión sobre el crecimiento personal y las condiciones naturales de la vida humana. Inmutable, se dobla y comienza a vomitar en un ataque de bulimia que volverá a suceder en varias ocasiones más durante el transcurso de las dos horas y media que dura la obra. Ella es el corazón del texto que Zach Helm escribió cuando tenía 22 años de edad, quizá autobiográfico, Helm a declarado que él sin su esposa no es nadie, así como Annie y Jack Parcker (Diego Luna), un escritor que firma un contrato millonario, en dólares, después del éxito de su reciente libro. Para Jack, Annie lo es todo y en cierto momento tendrá que decidir entre seguir escribiendo o salvar su amor. ¿Hasta dónde uno es necesario en la vida del otro?
Para muchos ella es una enferma que ama las anfetaminas más que a su propia vida, para algunos, que es mi caso, necesita amor, atención. ¿Cuántas veces he escuchado eso antes? Quizá ahí radica el éxito de El buen canario, que ha captado público de diferentes edades y estratos sociales, porque todos hemos sido Jack o Annie alguna vez. Los diálogos son inteligentes, mordaces, duros, te confrontan y te mantienen pegado a la butaca con la boca seca cuando escuchas decir a Annie: “¿Por qué debo luchar para vivir? ¿Qué gran premio me espera por seguir viva otros cincuenta años? Si la vida que dejé atrás fue inigualable. ¿Por qué si llego a los cien años y muero en paz en mi cama, sería más valioso que si hubiera muerto esta mañana? No hay escapatoria. No hay otro lugar. Donde quiera que vaya sigo estando en esta jaula.” Palabras semejantes me cruzaron el corazón y a veces también me he sentido encerrado en una jaula de ilusiones y miedos que no me han dejado vivir. Uno mismo va creando sus propios métodos de defensa que tarde o temprano comenzarán por revertirse.
El buen canario no es tanto la presencia de Diego Luna o la extraordinaria dirección de John Malkovich, a quien todo mundo recuerda como el seductor vizconde Valmont en Relaciones peligrosas ni es la sofisticada escenografía e iluminación que transporta, adaptación de Sergio Villegas, que en una de las escenas más conmovedoras donde Annie y Jack hablan en silencio, proyecta sus palabras sobre una pared. La obra es Ella, su mundo interior, su pasado y el futuro que siempre se nos está anunciando y que la mayoría de nosotros no queremos ver hasta que nos aplasta. La ovación de pie es para Irene Azuela, quien apenas en 2006 debutó en cine y es la que menos tablas tiene. Así como también se dice que el libro es mejor que la película y aunque la puesta en escena de El buen canario en México es una buena adaptación del texto original de Zach Helm, guionista de las películas El mundo mágico de Mr. Magórium y Más extraño que la ficción, la edición integra de la obra por Sexto Piso, con fotografías y comentarios, hacen que el libro sea mejor que un minuto de silencio después del aplauso.
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Rodolfo Naró, poeta y narrador mexicano, su libro reciente es El orden infinito, finalista del Premio Planeta de Novela 2006. wwww.rodolfonaro.com
Créditos de las imágenes: Portada del libro El buen canario (Sexto Piso, 2009) tomada de su web y publicidad de la obra de teatro de la página oficial.
Créditos de las imágenes: Portada del libro El buen canario (Sexto Piso, 2009) tomada de su web y publicidad de la obra de teatro de la página oficial.
Otra reseña en Ser siendo por Taika Ramé: ¿El buen canario: pía, grazna o canta?
2 comentarios:
Leer tu texto me animó a ver la obra. A pesar de su costo.
Un gusto leerte, Saludos.
Galo
Hola Galo:
qué bueno que te anisate a ir a pesar de lo cara que estaba la entrada.
abrazos,
Naró
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