De pronto parece que de todos lados surgen señales. La vecina del 31 que el viernes murió de un infarto, mientras esperaba a su esposo, que llegó para verla tendida. La tormenta del pasado jueves que fue como un tromba que arrastró infiernos de agua, los consejos de amigos cercanos, la enfermedad de Leonel, mi hermano, un día a punto de mejorar y a la mañana siguiente peor que la anterior. Hasta las cosas más simples, como descubrir nuevas aplicaciones de facebook, el correo interno, para ser preciso, que yo no sabía que existía. O Up in the air, la nueva película de Jason Reitman, director de Juno y adaptación de la novela homónima de Walter Kirn, protagonizada por George Clooney.
Es la historia de un tipo totalmente desapegado a cualquier sentimiento, que vive en el aire, volando, y en tierra jala una maleta con todo su mundo metido en ella. Sin domicilio, sin amigos, ni amores. Haciendo un trabajo tan desagradable como ventajoso. Grandes compañías lo contratan para despedir a sus empleados, dándoles la oportunidad de un nuevo comienzo, de retomar sus vidas, sus sueños, o por lo menos así les dora la píldora. Además Ryan Bingham, el personaje de Clooney, imparte conferencias por todo Estados Unidos, acerca de una mochila vacía. Qué tanto puede entrar en una mochila, les pregunta a su auditorio. Traten de meter en ella su casa, sus amigos, sus hijos y échensela a cuestas, a ver cuánto pueden caminar. El hombre es un tiburón que si deja de moverse, muere. Termina cerrando su discurso.
De cierto modo me sentí reflejado en el personaje, que es como cualquier vagabundo de los que habitan nuestras calles. Indigentes que nos encontramos a cada paso, hurgando en la basura, cargando costales con cobijas, empujando carritos del supermercado con sus pertenencias. Cualquiera pensaría que son más libres que uno, duermen donde les coge la noche, comen lo que la Providencia del ofrece, parece que dejaron atrás un pasado que se empeña en perseguirlos, sin embargo necesitan de lo mínimo para sobrevivir, el calor de un vaso de plástico lleno de café, la compañía de un perro, la reunión con amigos debajo de un puente y alrededor de un fuego manso. ¿Qué diferencia hay entre ellos y Ryan Bingham? Sólo la corbata.
En las últimas semanas he tratado de volver a mí. De tomar decisiones acertadas, o quizá, a estas alturas de mi vida, comenzar a decidir. He buscado señales que me indiquen la ruta, he vuelto a mis poetas de cabecera: “Se pasa de inocente a culpable / en un segundo”, Juan Gelman. “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, Cesare Pavese. “Tu ausencia me rodea / como la cuerda a la garganta”, Borges. “No quiero que te vayas, / dolor, última forma / de amar”. Pedro Salinas. Quizá ellos me ayuden a sobrellevar la pesadez del infinito, descubrir de pronto que me sobra tiempo para mí y mis recuerdos. Esa mochila llena de vivencias que ahora me pesa tanto dejar.
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Rodolfo Naró, Tequila, Jalisco, 1967. Poeta y narrador. Su novela El orden infinito, fue finalista del Premio Planeta 2006. www.rodolfonaro.com.mx
Es la historia de un tipo totalmente desapegado a cualquier sentimiento, que vive en el aire, volando, y en tierra jala una maleta con todo su mundo metido en ella. Sin domicilio, sin amigos, ni amores. Haciendo un trabajo tan desagradable como ventajoso. Grandes compañías lo contratan para despedir a sus empleados, dándoles la oportunidad de un nuevo comienzo, de retomar sus vidas, sus sueños, o por lo menos así les dora la píldora. Además Ryan Bingham, el personaje de Clooney, imparte conferencias por todo Estados Unidos, acerca de una mochila vacía. Qué tanto puede entrar en una mochila, les pregunta a su auditorio. Traten de meter en ella su casa, sus amigos, sus hijos y échensela a cuestas, a ver cuánto pueden caminar. El hombre es un tiburón que si deja de moverse, muere. Termina cerrando su discurso.
De cierto modo me sentí reflejado en el personaje, que es como cualquier vagabundo de los que habitan nuestras calles. Indigentes que nos encontramos a cada paso, hurgando en la basura, cargando costales con cobijas, empujando carritos del supermercado con sus pertenencias. Cualquiera pensaría que son más libres que uno, duermen donde les coge la noche, comen lo que la Providencia del ofrece, parece que dejaron atrás un pasado que se empeña en perseguirlos, sin embargo necesitan de lo mínimo para sobrevivir, el calor de un vaso de plástico lleno de café, la compañía de un perro, la reunión con amigos debajo de un puente y alrededor de un fuego manso. ¿Qué diferencia hay entre ellos y Ryan Bingham? Sólo la corbata.
En las últimas semanas he tratado de volver a mí. De tomar decisiones acertadas, o quizá, a estas alturas de mi vida, comenzar a decidir. He buscado señales que me indiquen la ruta, he vuelto a mis poetas de cabecera: “Se pasa de inocente a culpable / en un segundo”, Juan Gelman. “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, Cesare Pavese. “Tu ausencia me rodea / como la cuerda a la garganta”, Borges. “No quiero que te vayas, / dolor, última forma / de amar”. Pedro Salinas. Quizá ellos me ayuden a sobrellevar la pesadez del infinito, descubrir de pronto que me sobra tiempo para mí y mis recuerdos. Esa mochila llena de vivencias que ahora me pesa tanto dejar.
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Rodolfo Naró, Tequila, Jalisco, 1967. Poeta y narrador. Su novela El orden infinito, fue finalista del Premio Planeta 2006. www.rodolfonaro.com.mx
1 comentario:
Hube de buscar con cuidado las palabras adecuadas para agradecerte este escrito tuyo. Cuántas veces me he sentido igual. Ahora son mis hijos los que me han trascendido. Gracias Rodolfo, por tus letras, gracias Rodolfo chingao. Un abrazo.
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