viernes, 28 de octubre de 2011
Diario medular | Rigel Herrera | Día 23
Hoy me enfrenté a uno de mis personajes. Hoy en la tarde estuve en el estudio de Rigel Herrera, le llevé un ejemplar de Cállate niña. Ella, que pinta tantas mujeres en poses sugerentes y provocadoras nunca se imaginó que sería personaje de novela. Le señalé la página 140, abrí el libro y leí: “Nos sentamos en una mesa del fondo. Escogiste la silla con respaldo a la pared. El lugar estaba lleno. La decoración cambia cada mes, según el pintor que exponga. Esa noche había óleos de Rigel Herrera. La mujer del teléfono que quedaba arriba de tu cabeza no me quitaba los ojos de encima. Miré el menú y pedí mi platillo favorito”.
Me vio con ojos de aguafuerte y mientras me mostraba todo el estudio, sus nuevos cuadros y sus arriesgadas técnicas, mientras contestaba una llamada en su celular y atendía a un albañil que le está haciendo algunas reformas, me dijo, con el libro en la mano, qué emoción, estoy hecha bolas y no quiero soltar el libro, ni sacar el dedo para que no se revuelva la página. La 140, le señalé y con mi pluma se la escribí en la mano.
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