Como todos los
enamorados tienen su canción, Teresa y yo teníamos nuestro libro: Aura. La primera vez que lo leí fue en
la preparatoria, la edición siempre horrorosa de editorial Era. Pero en ese
momento, sería por mi corta edad, no me alcanzó a maravillar, pasó por mi vida
como tantas otras cosas. El nombre del autor sí lo memoricé, era tan fácil:
Carlos Fuentes. Luego vendrían las lecturas de Gringo viejo y La región más
transparente, que me hizo soñar con una ciudad que desconocía, que me
parecía tan mía y ajena como mi propio corazón.
Eso mismo me
hizo sentir Los años con Laura Díaz,
su última gran novela y cuando estaba escribiendo El orden infinito, Teresa me dijo, lee La muerte de Artemio Cruz, te puede servir. La leí en una semana.
Tan rica como La sombra del caudillo
de Martín Luis Guzmán. Al leerlas descubrí el parentesco que puede haber entre
novelas y autores. ¿En qué esquina se cruzan para luego tomar diferentes caminos?
Hasta ese momento comencé a descubrir al Fuentes novelista, al Fuentes
diplomático, al Fuentes político, al Fuentes crítico, al Fuentes padre de
Carlos y Natasha, al Fuentes enamorado de Silvia, al Fuentes maestro e
imprescindible, al admirado Carlos Fuentes.
No quiero
hablar de él en pasado porque a través de sus libros sigue siendo maestro de
tiempo completo. Tampoco quiero lamentar que no haya recibido el Nobel porque
ante la magnitud de su obra, ese Premio no tiene importancia. Fuentes supo que
lo perdía aquella noche de diciembre cuando le llamaron de la Academia sueca
para decirle que estaba en la terna de ese año, que necesitaban saber dónde
estaría horas más tarde, por si fuera elegido, tuviera la Academia y la prensa
mundial dónde ubicarlo. Fue la noche más larga de mi vida, creo que nos dijo
aquella vez, no dormí esperando la llamada. Al amanecer el teléfono seguía mudo
y en la televisión daban la noticia del nuevo Premio Nobel de Literatura. Entonces
su teléfono timbró y él declaraba lo atinado del Premio para J. M.
Coetzee.
“LEES ESE
ANUNCIO: UNA OFERTA DE ESA NATURALEZA no se hace todos los días. Lees y relees
el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más”. Así comienza Aura, tan certera
como la historia de un gran amor, de un amor que sobrevivió al tiempo y a la
muerte. Yo redescubrí la novela entre las sábanas de Teresa. Ella me leía en
voz alta, a veces cerraba los ojos y seguía leyendo. La sabía de memoria. Dejaba
inconcluso un capítulo cuando la habitación se llenaba de ruidos extraños y ronroneos de Pascuala. Apagaba la luz y me acompañaba en la profundidad de
sensaciones acumuladas bajo las sábanas. Entonces la escuchaba continuar:
“Bésame el rostro; sólo el rostro. Acercarás tus labios a la cabeza reclinada
junto a la tuya, acariciarás otra vez el pelo largo de Aura: tomarás
violentamente a la mujer endeble por los hombros, sin escuchar su queja aguda;
le arrancarás la bata de tafeta, la abrazarás, la sentirás desnuda, pequeña y
perdida en tu abrazo, sin fuerza, no harás caso de su resistencia gemida, de su
llanto impotente, besarás la piel del rostro sin pensar, sin distinguir…”
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Rodolfo Naró, Tequila, Jalisco, 1967. Poeta y
narrador. Cállate niña es su nueva
novela y Ediciones B su nueva casa Editorial |
www.rodolfonaro.com
4 comentarios:
Escuché por radio la noticia de la muerte de Carlos Fuentes y lamenté profundamente que ya no tendría la oportunidad de conocer a ese gran escritor, de hecho mi mamá asistió al homenaje que al cumplir ochenta años se le hizo en el Autorio Nacional, ella estaba en DF los días previos a la boda de Leo y Paulina, yo, esa vez, volé directo a Mazatlán, ahora ya no tiene remedio.Sin embargo inmediatamente te recordé y entonces pensé que sí había conocido al gran escritor de mi vida y que no era sólo una anécdota: " una vez tomé un té con con un poeta brillante ", que fue sólo el principio...
Bueno me di un tiempo para leer esta columna y lo que encuentro es AURA; de noche, día y de madrugada… así como lo fue en vida un mundo entre la vida y la muerte esa fue su vida.. saludos .
diana adams
Hola María,
ya estamos un poco más repuestos de la pérdida, gracias por leerme y seguirme, nos vemos pronto.
Besos,
Rodolfo
Hola Diana,
gracias por leerme, espero que te hagas asidua lectora de La columna chueca y que podamos seguir en contacto.
Saludos,
Rodolfo Naró
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