Este verano
reanudé mi taller literario, aquel que antes llevaba acabo en la librería Los Amorosos
de Puebla. En esta ocasión, Fernando Galindo me invitó a impartirlo en el café que,
junto con Christian, su hermano y Elsa, la pareja de éste, regentean en la
colonia Narvarte. QWERTY, decidí nombrarlo, según el acomodo de las primeras
cinco letras del teclado de la computadora, inventado por Christopher Sholes en
1868, para la máquina de escribir Remington.
Pusimos la
convocatoria en Facebook, tanto en el mío, como en el del lugar donde se hace el taller: Le café du soleil y los primero en llegar fueron Víctor
Chávez y Laura Alatorre, un mes después se sumaron Vicky y Mariana Bribiesca,
los cuatro con la intención de aprender el oficio y descubrir su propia voz. Con nosotros, les dije a los de nuevo
ingreso, aprenderán a pensar en imágenes, a desarrollar sus ideas y sus
vivencias. Cualquier persona tiene historias por contar, ya sea en prosa o en
verso, en forma de novela, cuento o poesía, pero habrá que saber cuándo revelar
información, cuándo abrir expectativas para ir captando la atención del lector,
como causar emoción en los otros a través de lo que escriban. QWERTY es un
taller de ideas, además de literatura.
Así comencé a escribir El orden infinito, probando diálogos y personajes, atmósfera e
historia en el taller de Guillermo Samperio en 1997, trabajando más con la
intuición que con la gramática, dejado actuar al instinto para que el oficio
floreciera. También así lo entendieron Laura y Víctor, ella escribe su primera
novela, la historia de una doctora que deja todo en la ciudad para ofrecer su
vida y sus conocimientos a una comunidad de la sierra de Veracruz; mientras que
Víctor, siendo criminólogo que trabaja con un equipo forense, escribe, además
de poesía, también su primera novela, un asesino serial que es a la vez víctima
y verdugo de su propia vida y su muerte.
Vicky y Mariana, son los puntos antagónicos
del taller. Vicky que ya rebasa los 60 y ha tenido una vida llena de aventuras, posee la experiencia necesaria para contar y tanto por enseñarnos que, en
QWERTY, está empezando con sus memorias, con su infancia en el
internado de monjas en el que vivió sus primeros años de vida. Por su parte,
Mariana, poeta de 17 años y voraz lectora, imprime el tono juvenil y nostálgico
al grupo pues, contrariamente a lo que se cree, la nostalgia se descubre y se
aquilata en la pubertad. A esa edad, los claroscuros del amor y la derrota
comienzan a dibujar nuestro destino.
Igual que en el taller de Samperio en los
noventa, cada jueves, de 6 a 9 nos reunimos a discutir nuestros textos; entorno
de un café, hablamos de nosotros en tercera persona, nos confrontamos con el otro
y nos desnudamos, mirándonos a los
ojos. Escribir es un oficio de artesano, les he dicho en alguna clase, no
desesperen, así como Christopher Sholes, luego de cientos de pruebas con zurdos
y diestros, de revisar el acomodo de vocales y consonantes en miles de palabras
tardó seis años en dar con el teclado QWERTY, así se escriben las grandes historias,
les repito a Laura, Vicky, Mariana y Víctor, no desesperen, la escritura es
filigrana y se hace con el amor que habita en el fondo del alma.
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QWERTY
| Taller de literatura, se lleva acabo todos
los jueves en Le café du soleil, Dr. Vértiz 903, esquina Torres Adalid, colonia
Narvarte, DF. Informes ahí mismo o en el teléfono 63060887.
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Foto: de izquierda a derecha,
Mariana Bribiesca, Laura Alatorre, Rodolfo Naró, Víctor Omar Chávez y Vicky.
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Rodolfo Naró, Tequila, Jalisco, 1967. Poeta y
narrador. Cállate niña es su nueva
novela y Ediciones B su nueva casa Editorial |
www.rodolfonaro.com
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