Recuerdo el teléfono en la habitación de mis padres. Un Ericsson color crema con disco para marcar, tenía seis o siete metros de cable que siempre debía estar como una cascabel, enrollado al pie del buró, pero la mayoría de las veces serpenteaba detrás de mi madre, que caminaba al hablar, tan rápida como una araña tejiendo su red.
Recuerdo también los primeros carritos motorizados que se movían con un mando con cable o aviones que volaban apenas a pocos metros de la cabeza, como un globo de gas helio. Recuerdo aquellos títeres que nunca aprendí a mover, era un prodigio no enredar sus cuerdas y saberlos manejar con naturalidad.
Recuerdo el miedo que sentí el día que mis padres nos dijeron, a mis hermanos y a mí que nos mudaríamos a Guadalajara a seguir estudiando, que viviríamos con mis abuelos, Carlota y Salvador, el mismo Salvador Fonseca de El orden infinito. De cierta manera fue el primer corte de cordón. Recuerdo mi primer beso a los 15 años, con Cristina, en el asiento trasero de un coche atiborrado de muchachos. Fue un beso lleno de ahogos, tan simple como nudo ciego que me amarró la memoria a ese instante que no he podido olvidar. Los recuerdos tienen sustancia de esperanza.
Recuerdo que en la secundaria decíamos que en el año 2000 los aparatos serían manejados con el pensamiento y a los pocos días llevó mi abuelo a la casa la primera televisión a control remoto y años después también jubilaba el estéreo familiar a cambio de uno que usaba CD y control a distancia. Quizá de él me viene el disgusto por los cables, tratar de esconderlos debajo del tapete o enterrarlos en la pared, de tener siempre cerca el teléfono inalámbrico como un puerto de salida más que de llegada.
Recuerdo que creí que me amarían. Una y otra vez tuve fe hasta casi agotar la esperanza. Recuerdo el anhelo de mis padres que me legaron el futuro. Pero ¿hasta dónde los recuerdos son cables invisibles que nos atan al pasado? A pesar del desarraigo físico siguen siendo raíz de un primer amor, de una pérdida, de una decisión tomada al azar. Cuántas veces el miedo a renunciar nos ha paralizado, como un grillete atado al tobillo. Cuántas veces la cadena de la culpa, tan pesada como el orgullo, nos sujeta al pozo de los rencores. Cuántas veces una llamada sería suficiente para perdonar malos recuerdos. Yo no he podido hacer esa llamada, de un tirón arrancar el cable del teléfono y zarpar sin brújula hacia otro destino.
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Rodolfo Naró, Tequila, Jalisco, 1967. Poeta y narrador. Su novela El orden infinito, fue finalista del Premio Planeta 2006. www.rodolfonaro.com
7 comentarios:
Hola Escritor, parece que hoy tenias urgencia en escribir. Si algunas veces sentimos la necesidad imperiosa de vaciar nuestro cerebro, nuestra alma, dejar escapar a borbotones aquello que nos tiene atrapados, pareciera que efectivamente aún nos sintieramos literalmente anclados a aquél cordón que nos mantuvo con vida durante nueve meses. Es lo que nos mantiene unidos a todas esas viejas costumbres de familia, a aquellas manías de nuestros abuelos que en ocaciones nos mantenian a raya las ansias de escuchar música o mirar la televisión, pues el abuelo tenia una hora para ver sus programas o el noticiero. Atados al aroma de nuestra madre, atados al primer amor y al primer beso. Y todo es ataduras, sentimos dolor romperlas pero es necesario deshacernos de esa piel como la de las serpientes o los crustáceos, que les impide continuar creciendo. Gracias por tu comentario de la chueca del jueves, sabes, no te ocupes en pensar si me faltas, tú nunca estés sin ti, nunca te escondas de ti mismo. Me abandoné veinticinco años y estoy recuperándo la mujer que soy, Un cálido abrazo y un beso
Andrasta Badb
Luperca
Ana Mercedes
Desde mi cama
Hola Andrasta,
como siempre, leo un comentario acertado. A veces creo que la vida es tremendamente injusta, si no tienes una buena orientación, un ràpido descubrimiento de tus capacidades por lo menos los primeros 20 años de tu vida son un desperdicio. La moyoría de las personas sabén a qué vienen a este mundo alrededor de los 40, casi a la mitad de la vida promedio y sólo algunos se atreven a dar esa vuelta de timón y hacer lo que quieren, pero la mayoría sigue atada al "hubiera". Lo peor es que creo que esto sucede más en las sociedades latinoamericanas, más paternalistas y conservadoras.
Gracias de nuevo y besos.
Naró.
... traemos tantos "cables" arrastrando... algunos cortados, pero aún siguen colgando de nosotros... yo traigo unos cuantos de "esos"...
me encanto este escrito, como todos!
besos
Dany
Dany,
gracias, como siempre, también es un gusto leerte.
Besos,
Naró
Hola :
Me llamo Jimena San Martín soy administradora de un sitio web. Tengo que decir que me ha gustado su página y le felicito por hacer un buen trabajo. Por ello me encantaria contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren tambien en su web.
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Jimena San Martín
Hola Rodolfo,
lo que dices, lo relaciono con esto que escribí hace unos días. Es largo y siento ocupar tanto espcaio. Esos cables de los que hablas, indudablemente forman parte de las líneas de la vida. Esta tuya, es la línea entre el pasado y el breve instante que vamos viviendo y que con igual brevedad forma parte instantáneamente del pasado.
un abrazo, Sila
Líneas
Meridianos: esas lineas imaginarias que parece ser que tanta influencia tienen.
Meridianos terrestres, meridianos Yang, los 12 canales meridianos de Tai-Chi, los meridianos de energía Reiki, meridianos Zen Shiatsu, meridiano de Greenwich, meridiano magnético del equilibrio, 14 micromerididnos de la mano, el meridiano del intestino delgado, los chakras meridianos, los meridianos energéticos y, cientos más.
Siempre las líneas imaginarias han formado parte de la historia y han tenido un gran significado y poder, como las líneas que menciono y como por ejemplo y en especial las Ley: Conocido desde tiempos prehistóricos como: las Sendas del Dragón, líneas de luz, líneas de energía, líneas espirituales (entre otros nombres). y que serían unas alineaciones de energía, que se localizan en vórtices magnéticos en la mayoría de los lugares sagrados del mundo, como los círculos de piedras o monumentos megalíticos, iglesias, cementerios, que habrían sido construidas con algún propósito desconocido por pueblos prehistóricos, y modificadas por el tránsito acuífero de los subsuelos o de las grietas de terrenos que entran en fricción.El nombre de Leys o Líneas ley se debe a un arqueólogo aficionado, llamado Alfred Watkins, quien publicaría su libro Old Straight Track brought en 1921. Desde entonces, estas supuestas líneas llamarían la atención de diferentes grupos, entre ellos el Cristianismo Evangélico de corte carismático pentecostal, que creen en ellas como herramienta de Mapeo espiritual en lo que denominan Guerra Espiritual o Batalla Espiritual. (curioso, eh?)
(datos sacados de la wikipedia)
La tierra esta hiper fraccionada no solo por líneas imaginarias, también lo está por las líneas que el hombre traza con los tendidos eléctrico, las líneas férreas, las carreteras, los vallados... líneas rectas, trasversales,cruzadas, enlazadas, zigzageadas. Todo aquello que el hombre crea basándose en su imaginación, es básicamente lineal. Si pudiésemos conseguir un mapa de todas las líneas trazadas en la tierra, esta, quedaría cubierta como un ovillo de lana. Las líneas de los meridianos, las de las líneas aéreas, las navales, las líneas telefónicas,las de los satélites,las de los alcantarillados,lineas de canalización de agua, lineas de tuberías de gas, petróleo, lineas de cableado, las de los trenes subterráneos, las Ley, las de la astrología,la egiptología. La línea entre la vida y muerte, entre la riqueza y la pobreza, entre el bien y el mal, entre la paz y la guerra, entre la belleza y la fealdad, entra la cordura y la locura, entre la verdad y la mentira, entre el amor y el odio.
Siempre he pensado y sentido que, la vida es como una línea entre esos dos puntos que todos conocemos.
Hola Sila,
me gustó mucho lo que escribiste y que se relaciona muy bien con lo que yo quise expresar, eso es lo bueno de leernos, que nos complementamos. Me gustó mucho la imagen del ovillo, de la Tierra como un ovillo de líneas o de cables, muy real y cierta.
Te mando abrazos.
Naró.
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