Escuchémosla de nuevo | Capítulo 1 | Página 7 | Fragmento.
Qué buen día para morirse. Mi madre siempre me dijo que mi papá era el mejor escritor de México. Aunque yo no lo conocí nunca he dejado de idealizarlo, de imaginar que lo abrazo, que me ama. Desde niña una se cree el cuento del príncipe azul, reflejo del padre que todo lo sabe y todo lo puede. Jamás he tenido un hombre así a mi lado.
¿Por qué tenía que morir hoy? Sólo una vez lo busqué, por la ilusión de decirle papá, de que me llamara hija. Tenía veinte años y era la mejor bailarina de México. Estuve una hora en la cafetería de Bellas Artes y no llegó. La semana anterior había dejado la clínica de tabaquismo, casi había cumplido su programa de catorce semanas y en esa maldita hora volví a fumar, me volvió el sudor a las manos, el miedo a dejar de ser. Nunca he sabido esperar. Cuando estuve embarazada de Raúl, odiaba que me preguntaran si estaba esperando. Quería decirle a mi padre que llevaba en el vientre a su nieto. Moría de ganas de verlo de cerca y comprobar si tenía en el cuello un lunar igual que el mío. No llegó. No hubo pretexto. No hubo disculpas. Nada. Nunca le importé, nunca le he importado a nadie. Por qué me duele su muerte. Por qué estoy llorando como tonta al pie de la cama, mirando la televisión sin querer oír. Lo encontró su secretaria y a los primeros que llamó fue a los bomberos. Qué me costaba haber ido a buscarlo, Paseo de la Reforma 368. Todo el mundo sabe dónde vive Belisario Rojas. Malditos reporteros, se han de meter hasta la cocina. ¿Por qué tenía que morir hoy?
1 comentario:
Auch!
Eso me revive muchas cosas, eso me aclara cosas...
besos!
Dany
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