Siempre me estoy
mudando, aunque tenga casi veinte años de vivir en la misma casa. Puedo
asegurar que conozco casi todos los edificios de departamentos nuevos que hay
en mi colonia: la Del Valle, también de la Condesa, la Roma y algunos de
Polanco. Nunca he trabajando en bienes raíces ni en mueblería que me tenga
contratado para decorar espacios, mi gusto por ver desarrollos inmobiliarios es
más profundo.
Cuando mi familia
y yo nos mudamos de Tequila a Guadalajara, acompañé a madre a ver cientos de
casas en muchas colonias de la ciudad. Ella me enseñó a conocer detalles, como
la luz, la orientación, a fijarme de que no hubiera cerca un colegio o una
iglesia, el inconveniente de vivir en esquina, avenida o calle cerrada. Mi madre
que es una experta en Agatha Christie, me mostraba rutas de escape y salidas de
seguridad, cuándo una casa estaba más expuesta que
otra, la altura de las bardas y terrenos baldíos cercanos. Así recorrimos las
calles de Guadalajara hasta que por fin encontramos la adecuada en la colonia
Providencia. Pero mi madre nunca estuvo conforme y los siguientes años seguimos
viendo casas.
Muchos años
después, ya en la Ciudad de México y luego de vivir desde 1994 en la misma
colonia que he visto crecer y modificarse tantas veces, sigo con la costumbre
de visitar casas y departamentos en construcción. Imaginándome espacios,
decorándolos, derribando muros y levantando otros, opinando con los arquitectos
como si de verdad fuera a habitar ese sitio. Me invento una familia, esposa, un
par de hijas. Quizá una de ellas de mi primer matrimonio. Si me preguntan a qué
colegio asisten, repito la respuesta adecuada, sus edades y el grado que cursan.
Aunque no fantaseo del todo, siempre le digo al vendedor mi nombre y mi número
de teléfono. Hablamos de presupuesto y líneas de crédito. Con ellos he
aprendido a sacar factores y porcentajes, a valorar lo que tengo y saber qué
terreno piso, a pesar de vivir en séptimo piso.
Ayer, cenando
con María Rubio, que trabaja en bienes raíces, me dijo, ah ¿con tú eres
uno de esos clientes que solo nos hacen
perder el tiempo? Ya los tenemos identificados, entre las diferentes compañías
nos pasamos los nombres y ciertas características para no caer en sus mentiras.
No son mentiras, le corregí, sino fantasías. En cada casa nueva que visito me
mudo de destino, me invento otro, el que pude tener y me decidí no llevar
acabo. Me sueño con ese universo tan cotidiano para muchos y tan ajeno a mi: la
familia. Imagino un futuro prometedor y cercano, fechas de cumpleaños y
aniversarios. El tiempo como un círculo de juego. Un amor inagotable. Quizá,
como hacía mi madre, que siempre se estaba yendo a otra casa donde sí pudiera
tener cuarto propio, jardín y terraza soleada, que no resistía la tentación de
detenerse frente a un anuncio que decía: “se vende”, también yo quiero vivir,
por unos momentos, otra realidad y otra vida en un lugar seguro.
____________________
Rodolfo
Naró, Tequila, Jalisco, 1967. Poeta y narrador. Cállate niña es su nueva novela y Ediciones B su nueva casa
Editorial | www.rodolfonaro.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario