El 20 de
agosto, QWERTY | Taller de literatura cumplió su primer año de llevarse a acabo
en Le Café du Soleil y lo celebramos con una lectura pública en la Casa Refugio
Citlaltépetl. Los cuatro integrantes del grupo leyeron un fragmento de lo que
han trabajado conmigo de los últimos doce meses. Fue una noche contenida, de
emociones a flor de piel, de grandes abrazos. Las palabras de apertura
corrieron a mi cargo. Esto fue lo que dije del taller y de cada uno de ellos.
Así como
siempre he dicho que todos somos poetas por lo menos hasta los veinte años,
también creo que todos podemos ser escritores, que la vida de todos, por más
sedentaria o monótona que nos parezca tiene mucho que contar, compartir, revelarnos, que todos somos
protagonistas de nuestro propio drama, lo importante es saber cómo contarlo,
cómo mantener atrapado al lector, cuándo revelar información y cuánta, para eso
son los talleres literarios, para eso creamos QWERTY | Taller de literatura donde
todos aprendemos de todos, donde cada martes, desde hace un año nos reunimos
cinco protagonistas a expresarnos y hemos encontrado en nuestra literatura la
terapia necesaria para seguir enfrentándonos al mundo. Cada martes en el Café
du soleil de la Narvarte, estos cinco cuatreros que ven aquí, Vicky, Yasmin,
Víctor, Cannon y Alejandra que próximamente se integra al grupo, nos refugiamos
del miedo, de la angustia, de la desidia, de la frustración y somos nosotros,
aunque el mundo ruede.
Vicky Olivares. Es el ejemplo de lo que les acabo de decir, madre de familia, profesora
de primaria por más de 30 años, quien en todo ese tiempo no rompió ni un día su
rutina de trabajar de 6 de la mañana a 8 de la noche para sacar adelante a sus
hijos y alumnos. Después de verse jubilada se dijo, yo quiero escribir mi vida,
que mis nietos y mis hijas sepan quién es su madre. Así fue como llegó a QWERTY
y el taller le ha servido para expresarse y contarnos los años que pasó
internada en el Instituto Mier y Pesado, casi toda su infancia, hecho que le ha
marcado en cada decisión de su vida. Para atrapar a cualquier lector, ese
lugar, gigantesco y tenebroso que está al norte de la ciudad, es el ideal para
un buen comienzo.
Yasmin Rosales. La vida es como un cuento, con sus
vueltas de tuerca que nos sorprenden cada día. Yo comencé mi carrera de
novelista a finales de los noventa en el taller de Guillermo Samperio, ahí hice
grandes amigos que me han acompañado a lo largo de estos años, ahí compartí
mesa con Yasmin Rosales, fue un lapso corto de tiempo, ella entró a la
universidad, se cambió de ciudad, vivió grandes aventuras y hace un año volvió,
me contactó y me dijo que por más que amara con pasión su trabajo de abogada en
la Procuraduría, seguía soñando y quería seguir escribiendo, no historias de
largo aliento como hacía en el taller de Samperio o en su trabajo, sino
pequeños devaneos, crisis que albergaba en su corazón, que intentaría abrir un
espacio de pocos minutos para decir cuando ama y cuanto le conflictuan ciertos
sentimientos que a diario pasea por la ciudad con un silencio casi obligado que
quiere gritar, sin alzar la voz.
Cannon Bernáldez. Ustedes se
preguntarán ¿qué hace una fotógrafa escribiendo historias infantiles? En una
reunión de amigos, Cannon me platicó que desde hacía años tenía un sueño
recurrente, un unicornio que la visitaba y quería llevarla a recorrer mundos
fantásticos. ¿Te imaginas lo que podré fotografiar allá, a donde el unicornio
me lleve?, me dijo y yo le respondí que así como capta instantes en sus fotos,
esas nuevas imágenes debía llevarlas a las palabras, hacernos ver el arco iris
y paisajes aterciopelados de ballenas con alas en frases evocadoras. ¿Y puedo
ponerle ilustraciones o alguna foto? Me preguntó, supongo que al sentir que
traicionaba su oficio. Le respondí que sí. Desde ese día, cada martes los de
QWERTY nos subimos a un barco de papel, cruzamos un gran lago en compañía de
una niña fotógrafa y su inseparable conejo Romualdo y enfrentamos una nueva
aventura llena de imágenes que nos retratan como niños.
Víctor Chávez. Facebook también puede ser un semillero de talentos, un pajar para
encontrar más de una aguja. Víctor llegó a mí o mis poemas llegaron a él hace
diez años y hace uno, me envió la solicitud de amistad; recuerdo nuestras
primeras conversaciones, eran sobre libros, mujeres, amores perdidos, pero
sobre todo, poesía. Cuando supo que QWERTY arrancaba, fue el primero en inscribirse.
Tengo mucho que contar, me dijo. Víctor resultó no solo ser un devorador de
libros sino un constructor de personajes siniestros. Por su trabajo de criminólogo,
por lo menos los martes, Víctor encarna a Sirus, un asesino serial que tiene
que cumplir su propia profecía, otras veces, Víctor es un poeta que escribe
versos con la misma intensidad con la que asesina; pero no se engañen, a pesar
de esa aparente dualidad de narrador y poeta, tanto la novela como sus poemas
sangran, no para muramos, sino para hacernos vivir y no hablo de una vida
virtual, como la que muchos se inventan en Facebook, sino de la realidad
literaria que aún dormidos nos acompaña.
Para finalizar,
agradezco a Margarita Guardado por prestarnos esta hermosa casa, a Philippe
Ollé-Laprune, su director por todas sus atenciones, a Elsa Falconi y a
Christian Galindo por hacer posible QWERTY, ellos nos prestan cada martes Le
Café du Soleil donde se lleva a cabo nuestra cofradía y han hecho de ese lugar
un espacio cultural en la Narvarte. También, hago un agradecimiento especial a
Fernando Galindo, a quien también conocí en el taller de Samperio y quien ha
sido mi amigo y cómplice por muchos años, si no fuera por él, QWERTY no
existiría.
Foto: De
izquierda a derecha, Cannon Bernáldez, Yasmin Rosales, Víctor Chávez, Vicky
Olivares y Rodolfo Naró. Crédito: Alfredo Peñuelas Rivas
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