jueves, 1 de octubre de 2009

Parque México







No tengo iPod, porque me gusta escuchar todo lo que sucede a mi alrededor. Los domingos Nadir y yo vamos a desayunar al Caffè Toscano que está frente al Parque México. A las nueve de la mañana llegamos armados de periódicos y entre sorbos de té o café compartimos un plato de molletes o una crepa de nutella con nuez. Revisamos las noticias de Venezuela, los estrenos del cine y las secciones de cultura. La mayoría de las veces llegamos también con los suplementos Babelia y Laberinto de los diarios El País y Milenio, por lo que el desayuno se prolonga hasta el mediodía.

Desde nuestra mesa tenemos una vista espectacular del que podría ser el parque más hermoso de la Ciudad de México, nuestro pequeño Central Park, como me gusta llamarlo. El área boscosa es densa y al centro un lago artificial sobre poblado de patos. Los corredores son el minutero del reloj, a cualquier hora están dando vueltas sin parar. Este parque es el corazón de la Condesa, colonia que se ha distinguido por ser la más cosmopolita de la ciudad. No es raro que en la mesa de al lado de sus muchos restaurantes escuches hablar a alguien en griego, francés o alemán, que al caminar sus calles te encuentres con un cubano o unas argentinas despistadas que te preguntan por cierta dirección.

Hace un par de domingos fui solo a desayunar y mientras leía El Ángel del diario Reforma, a mi derecha se sentó un hombre cincuentón que vestía ropa deportiva y lentes oscuros. No hacía más que mirar el parque y fumar. Me fijé que de soslayo, de vez en cuando, echaba una ojeada a mi lectura y miraba su reloj con impaciencia. Al recibir una llamada a su celular, lo único que alcancé a oír fue, “no, aún no ha llegado”. Un rato después, una chica de unos 37 años, según el poco maquillaje que llevaba, se sentó a su derecha, pidió un té chai late, sacó un libro de su bolso y antes de abrir Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, habló por su celular. Relató la noche anterior en casa de su amigo galerista, cómo iba vestida, quiénes estuvieron presentes y el menú, criticó hasta los mínimos detalles. Dijo que esperaba la llamada del chico que la había invitado la noche anterior, cortó la comunicación y se dispuso a leer.

Al cabo de unos minutos, el tipo impaciente interrumpió su lectura con el pretexto de pedirle fuego. Entabló conversación sobre el libro y Saramago. Él resultó experto en lo que ella opinaba y ella una alta ejecutiva de Bimbo. Con la rapidez del verano, dejando atrás la literatura y con gran seguridad en sí mismo, mientras meneaba su tercer café, él le mencionó dos o tres nombres de personas cercanas a ella, el de su jefe inmediato en la Secretaria de Energía, donde había trabajado anteriormente, su nuevo director de área en la compañía, recién llegado de Estados Unidos, también resultó conocido de un novio que ella tuvo en la Universidad Iberoamericana y de cierto profesor de posgrado en Londres. Tantas coincidencias hicieron que también yo estuviera atento a la conversación, pedí otro expreso y fingí que miraba a los paseantes del parque. 

La chica cerró el libro, entre risas coquetas y movimientos de cabello, poco a poco le fue enumerando a su vecino de mesa las próximas inversiones de la compañía, quién era el proveedor de tal materia prima, el proyectado de ventas, los nuevos movimientos de ejecutivos. Hasta en dónde vivía el dueño de Bimbo y a dónde se decía que había ido en sus últimas vacaciones. Al final, sin perder el estilo ni decir su nombre, con toda la paciencia del mundo, él pidió su cuenta, dijo que se le hacía tarde para una comida en casa de sus suegros y se fue. Lo vimos perderse entre las sendas del parque, antes de que ella volviera a Ensayo sobre la ceguera. Sorbió un poco del té que apenas había tomado y volvió a revisar su celular, no había entrado ninguna llamada. Si yo hubiera traído un iPod en las orejas, ni cuenta me habría dado de esa conversación, propia de película de espionaje.

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Rodolfo Naró, poeta y narrador mexicano, su libro reciente es El orden infinito, finalista del Premio Planeta de Novela 2006. wwww.rodolfonaro.com
Imagen en contexto original: Infojardin

12 comentarios:

Anónimo dijo...

"...Cantandote despacito y suave al oido, al tiempo en que mi olfato se va llenando de tu olor hasta extasiarme...
Tus manos recorriendome completa... Y las mias navegando entre tu espalda...
Sintiendo como la temperatura sube y queremos llenarnos de ella... Transpirar cada dia que nos hemos deseado... Sintiendo tu aliento en mi oido y tu boca en mi cuello... Melodias de respiraciones agitadas...
Mi garganta se va cerrando y las palabras se niegan a salir de mi boca... Disfrutas escucharme asi, agitada... Y al sentir mis latidos en tu pecho tu boca busca sellar mi respiracion con un beso con ese sabor dulce y natural de tu boca... Mis brazos se aferran a ti como pidiendo que jamas me suelten... Te mueres por hacerme tuya y yo por consagrarme a tu cuerpo... Procedes a hacerme tuya...
Me vas llenando de tu cuerpo e ignoras mis casi ausentes quejidos... Mi deseo de seguir en el acto me impide negar que entres a mi y escribas versos en mi vientre...
De a poco me vas convirtiendo en mujer... Me enseñas a bailar contigo... a tu inigualable modo... con ritmo de lujuria y balada... rapido y despacio... pasional y tierno...
Me hablas al oido, pero estoy tan consagrada a tu calor que no logro escucharte... Queremos desvanecernos, pero son mas nuestras ganas que el mismo cansancio... Seguimos aferrandonos a piel ajena... queriendo que aquello dure siempre asi... Mojados como lluvia de sudores y extasiados, uno sobre otro..."
(¿Que opina de esto?
Yo lo escribí, pero me habia dado pena mostrarlo, solo me estaba probando a mi misma para ver que tan mala soy escribiendo cosas como esta... Saludos...
Alin Snagov (miau.miau.gatita@hotmail.com))

Rodolfo Naró dijo...

Hola Alin, o Gatita:

realmente estabas inspirada para escribir tu comentario. Me gustó la sensualidad de tus letras. Gracias por compartirlas conmigo y los demás lectores.

Saludos,
Rodolfo Naró

Unknown dijo...

sentada en el mismo sillocinto, del mismo starbucks en donde una vez tomamos café, no pude evitar preguntarme en dónde te habrás metido.

algo me quedó claro: sigo disfrutando muchísimo tus columnas.

ojalá aparezcas.

patricia

Rodolfo Naró dijo...

Hola Patricia:

acá sigo, en DF. A ver si pronto volvemos a ese Starbucks. Gracias por leerme.

Rodolfo Naró

Anónimo dijo...

A veces pienso que me gustan las ipods porque si tdos trajeran una todo el tiempo, yo tendría total anonimato garantizado. A veces en los cafés, cuando hay muchas conversaciones cerca de mi, quisiera traer una ipod para no sentirme incómoda por oir cosas que no estaban destinadas a mi. Obviamente a la gente que platica en los cafés no le importa nada, pero a mi si. No sé por qué. guadalupe

Rodolfo Naró dijo...

Hola Guadalupe:

lo interesante de escuchar, involuntariamente una convesación, es que uno mismo se hace una historia paralela de lo que sucede. La imaginación es como la música, también tiene su propio ritmo.

Saludos,
Rodolfo Naró

SELENE85 dijo...

POR ESAS RAZONES ES QUE TAMPOCO TENGO UN IPOD, NO SOLO POR ESUCHAR ACCIDENTALMENTE LAS CONVERSACIONES QUE DESPUES ME INSPIRAN PARA AGREGARLAS A LO QUE ESCRIBO, SINO PORQUE EL MUNDO ES UNA PERFECTA SINFONIA: HAY QUE ESCUCHAR CON ATENCION CADA RUIDO, CADA MURMULLO Y CADA SUSPIRO.

Anónimo dijo...

Yo tengo suerte para escuchar lo que no esta destinado para mí y me encanta, casi puedo vivir junto con el conversador la platica, ademas de que imagino la escena, el lugar, el tono de las voces, todo, como si estuviera "escuchando un libro"...

Saludos!

Montserrat Chávez

Constanza Mekis dijo...

hola rodolfo, aquí me encuentro poniéndom al día y leyendo encantada tus entretenidas columnas.

tu relato en el café me pareció tan real ( no ficción ) que casí casi podría haber estado justamente al frente tuyo...
me recuerdo el café grato que compartimos por esos lares...bueno hay que tener buen oido... y TIEMPO ( lo que me son mezquinos ) !!!

Mi olfato es de temer .... pero yo me pierdo muchos copucheos ...
eso si lo que no puedo oir lo invento...

esperando que estés de lo mejor te mando cariños. abrazos y aprecio para nadir
parabienes para el 2010
Constanza

Rodolfo Naró dijo...

Hola Connie:

Recuerdas que estuvimos en el Parque México, ahí nos hicimos fotos, quizá también nos tomamos un café en el Toscana. Qué gusto leerte, espero que todo vaya bien con Maya.

Saludos hasta Santiago de Chile,
Rodolfo

Unknown dijo...

Me ha encantado leerte, es verdad que ahora en estos tiempos de iPod y celulares ni nos enteramos quien ocupa la mesa de a lado, creo que no es de ser entrometidos escuchar esas conversaciones, de alguna manera hay una historia en cada conversación, porque tu imaginación va más alla de las palabras, y comienzas a tejer una vida de aquellas personas que están a un lado de tu mesa. Y podrías "perder" quizás todo un día escuchando algunas deliciosas pláticas, que enriquecen la mente de personas que como tú poseen tan fecunda imaginación, saludos y un beso

Rodolfo Naró dijo...

Hola Desde tu cama,

Será mi instinto periodístico o de chismoso de pueblo lo que me hace escuchar, observar y a veces seguir a los demás, para descubrir o imaginar sus pasiones, frustraciones y sus vidas.

gracias de nuevo por leerme,
Besos, Naró

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