domingo, 18 de julio de 2010

El origen de las especies


Cuando Carlota mi abuela viajaba en avión usaba su piel de zorro. Mi abuelo iba de traje y corbata, como si de un concierto se tratara. Cinco horas antes del vuelo ya estaban listos, esperando que el chofer los llevara al aeropuerto. Sus únicos viajes en avión los hicieron de Guadalajara a Tijuana para visitar a su hija Clemencia, hermana de mi madre.

Los he recordado ahora que estoy por volar a Ecuador y a Venezuela. ¿Qué ropa llevarme? ¿Para cuántos días? ¿Lavaré allá o simplemente le doy la vuelta a las camisetas? ¿Y si llueve? Entonces me llevo más de un par de zapatos. Estaré en Guayaquil, la ciudad más grande de Ecuador, más importante económicamente que Quito, la capital. Voy a conocer los barcos atuneros, las plantas de producción. Espero, en alta mar, ver arrastrar las redes con miles de peces forcejeando por liberarse. Quizá a lo lejos divise las Islas Galápagos, inspiración de Charles Darwin, poeta de la biología.

Escribo esta columna apurado, contestando los últimos correos, haciendo la maleta, conversando con Audomaro Ernesto que me visita de Tabasco, tachando en mi lista imaginaria lo que debo llevar. Decidiendo lo más difícil de todo, qué libros me acompañarán. Esa decisión, cuando viajo, siempre me parece muy complicada. Al final termino llevando más libros de los que puedo leer, sin importar el peso, el volumen ni las recomendaciones. Los libros son los mejores compañeros de viaje, comparten no sólo buenos momentos, sino su paciencia. Previniendo tal efecto hace unos días compré El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger, en su edición de bolsillo, y he decidido dejar El lamento de Portnoy de Philip Roth. Pero desde hace un mes, en las noches estoy leyendo El asedio de Arturo Pérez-Reverte y sigue descansando en mi buró Moby Dick de Herman Melville. Éste podría ser interesante, me digo. Mar, ballena, aventura, 683 páginas, contra las 727 de El asedio.

También tengo que llevarme Letras Libres de junio, las revistas de El país semanal de hace tres domingos y los suplementos Babelia de varios sábados, el libro de licitaciones del DIF y las leyes arancelarias de Ecuador, para echarles un ojo en mis casi 22 horas de vuelo y las 7 conexiones por media América que tengo que hacer para poder llegar a Guayaquil. Todo tiene que entrar en una maleta y en mi portafolio, donde ya mi computadora ocupa el mayor espacio.

Dispongo todo, mis camisas recién planchadas, 4 pantalones, medicina para la gripa, la pasta de dientes que siempre se me olvida y en los hoteles nunca te dan. Estoy a punto de cerrar la maleta y haciendo un último repaso caigo en cuenta que no llevo ningún libro de poesía. ¿Dónde meterlo? En Caracas seguro que visitaré librerías y compraré alguna edición especial de Eugenio Montejo o el reciente poemario de Rafael Cadenas, me repito. Pero no puedo dejar a la mitad Región de Jorge Esquinca y cómo no he de llevarme en mi primer viaje al trópico a Carlos Pellicer. En pleno oleaje puedo comenzar la postergada corrección de Cuaderno de nostalgias, mi nuevo libro de poesía.

Vuelvo a abrir la maleta. Siento que mi abuela me apresura para que esté listo, como muchas veces lo hizo cuando íbamos mi hermana Ana y yo, con ellos al hotel Rosita de Puerto Vallarta. Mientras mi abuelo conducía ella nos contaba que, cuando era niña, su mayor anhelo era ser domadora de serpientes en un circo. Si supiera que yo estaré pisando la línea del ecuador, parado en el ombligo del mundo, a unos kilómetros del Amazonas, cumpliendo su sueño y enrollándome un pitón al cuello, como su zorro de afilados dientes y mirada vidriosa.


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Rodolfo Naró, Tequila, Jalisco, 1967. Poeta y narrador. Su novela El orden infinito, fue finalista del Premio Planeta 2006. www.rodolfonaro.com.mx. Obra de Carmela Mayor.

7 comentarios:

Leticia Sandoval dijo...

Rodolfo.
Buen viaje y mejor suerte.
Leticia Sandoval.

Unknown dijo...

Mucha suerte..y un abrazo enorme!!

Rodolfo Naró dijo...

Hola Leticia,

ha sido buen viaje, ya te iré contando, gracias por desearme
suerte.

Saludos,
Rodolfo

Rodolfo Naró dijo...

Hola Anani,

gracias por la suerte aunque creo no necesitarla, siempre es bueno llevar un cachito de buena vibra en el bolsillo.

Saludos,
Rodolfo Naró

Sila dijo...

El haber estado desconectada tiempo,hace que vaya con retraso..

Nunca se sabe qué es lo correcto a llevar en los viajes, o te falta o te sobra, sillevas paraguas no llueve y si llevas crema protectora del sol, está nublado. Es lo excitante de los viajes, la incertidumbre.

Te dejo este largo cometario que corresponde a un post y , que me encanta ya que como podrás observar,seguimos siendo contrarios. un beso, sila
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Me gusta recordar... me gusta echar marcha atrás y rememorar fragmentos de mi vida, momentos alegres, tristes, emocionantes, de terror... formamos parte de la misma vida, cada uno de ellos ha hecho de mi lo que soy, hoy. Contrariamente, no soy partidaria de los diarios pues en ellos se encuentra todo demasiado datado y a mi parecer, la vida no debe estarlo hasta ese límite. Estoy por asegurar, que el hecho de tenerlo todo escrito, no significa que lo recordemos con exactitud, simplemente al identificar nuestra caligrafía, nos tenemos que creer lo que allí se refleja y hasta llegamos a pensar que nos acordamos de algunas cosillas y puede ser que sí, pero no es del todo seguro... estamos visualizando lo que momentáneamente nos transmite la lectura. Lo ideal es ejercitar la mente, la memoria, para que esos momentos, malos o buenos, los olores, las texturas, realmente los revivamos para no perder ese sentimiento que nos produjeron en aquel preciso instante... entonces sí llega el buen ejercicio de escribir esas memorias según se refrescan en nuestro interior y, poco a poco el texto irá aumentando de manera fascinante, pues nuestra mente va mandándonos esas escenas que tenia almacenadas, en la lejanía..pero aun vivas. Cuando viajo en tren o avión, jamás llevo un libro conmigo, llevo mis memorias que voy proyectando y visualizando mientras miro por la ventana y veo como pasan de largo los árboles, como quedan atrás las montaña y como se alejan las nubes…

Sila dijo...

He intentado colgar el post pero parece quera muy grande, con lo cual, este es el link por si lo quieres leer. Es en contestación a tu post y, me encanta, seguimos siendo contrarios. Un beso, sila


http://sheila-ayersrock.blogspot.com/2010/03/master-chip.html

Rodolfo Naró dijo...

Hola Sila,

si entró todo tu comentario que me parece enriqucedor, contrastante como bien dices, pero al fin, otra mirada.

Seguimos, besos,
Rodolfo

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