viernes, 14 de octubre de 2011

Diario medular | Yo también lo viví | Día 14


A pesar de que Cállate niña en tiempo real se desarrolla en la mañana del lunes 17 de abril del 2000, entre las cuatro paredes de su cuarto, la novela, como el ballet, nunca está quieta. Los recuerdos de ella nos llevan a La Habana en pleno Periodo Especial, 1993. Al interior de la Selva Lacandona donde conoceremos el alzamiento zapatista de 1994, Antonio nos lo presenta con su cámara y meses después él mismo se enreda con los clanes de la Camorra que dominan a Nápoles.

Iremos a la lucha libre, a la plaza de toros, a Bellas Artes, a restaurantes y bares que sí existen. Casi todo lo que sucede en la novela de alguna u otra manera pasó. Ficcionar la realidad fue mi empeño de escritura. Un ejercicio de memoria. Leer cartas, correos, ver fotos, volver a padecer en el recuerdo la decepción amorosa, la rabia, la frustración y sobre todo, volver, en un abrir y cerrar de ojos, a gozar la ilusión del ayer.

Dándole respuesta a varias amigas de Facebook he posteado: “vas a llorar al leerla”, y es porque al comenzar a escribir Cállate niña quería hacer una historia intimista, reflexiva, psicológica, buscar en mí la brújula del pasado, por lo que fui dejando en cada página girones de mi propia historia. La novela tuvo muchas lectoras y todas en algo se identificaban con ella, les parecía liberadora, sin ataduras, sin convencionalismos sociales ni religiosos. Muchas habrían querido vivir como ella y decir todo lo que no se calla ni oculta. Hubieran querido ser así de frontales, por lo que, irremediablemente, lloraban y me decían: lo que cuentas, yo también lo viví.

El lunes comienzo con mi viaje a Chiapas, al corazón de la Lacandona y a Nápoles.

Rodolfo Naró | Ediciones B, México | octubre, 2011

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