miércoles, 21 de agosto de 2013

Primera lectura de QWERTY | Taller de literatura



El 20 de agosto, QWERTY | Taller de literatura cumplió su primer año de llevarse a acabo en Le Café du Soleil y lo celebramos con una lectura pública en la Casa Refugio Citlaltépetl. Los cuatro integrantes del grupo leyeron un fragmento de lo que han trabajado conmigo de los últimos doce meses. Fue una noche contenida, de emociones a flor de piel, de grandes abrazos. Las palabras de apertura corrieron a mi cargo. Esto fue lo que dije del taller y de cada uno de ellos.  

Así como siempre he dicho que todos somos poetas por lo menos hasta los veinte años, también creo que todos podemos ser escritores, que la vida de todos, por más sedentaria o monótona que nos parezca tiene mucho que contar,  compartir, revelarnos, que todos somos protagonistas de nuestro propio drama, lo importante es saber cómo contarlo, cómo mantener atrapado al lector, cuándo revelar información y cuánta, para eso son los talleres literarios, para eso creamos QWERTY | Taller de literatura donde todos aprendemos de todos, donde cada martes, desde hace un año nos reunimos cinco protagonistas a expresarnos y hemos encontrado en nuestra literatura la terapia necesaria para seguir enfrentándonos al mundo. Cada martes en el Café du soleil de la Narvarte, estos cinco cuatreros que ven aquí, Vicky, Yasmin, Víctor, Cannon y Alejandra que próximamente se integra al grupo, nos refugiamos del miedo, de la angustia, de la desidia, de la frustración y somos nosotros, aunque el mundo ruede.

Vicky Olivares. Es el ejemplo de lo que les acabo de decir, madre de familia, profesora de primaria por más de 30 años, quien en todo ese tiempo no rompió ni un día su rutina de trabajar de 6 de la mañana a 8 de la noche para sacar adelante a sus hijos y alumnos. Después de verse jubilada se dijo, yo quiero escribir mi vida, que mis nietos y mis hijas sepan quién es su madre. Así fue como llegó a QWERTY y el taller le ha servido para expresarse y contarnos los años que pasó internada en el Instituto Mier y Pesado, casi toda su infancia, hecho que le ha marcado en cada decisión de su vida. Para atrapar a cualquier lector, ese lugar, gigantesco y tenebroso que está al norte de la ciudad, es el ideal para un buen comienzo.

Yasmin Rosales.  La vida es como un cuento, con sus vueltas de tuerca que nos sorprenden cada día. Yo comencé mi carrera de novelista a finales de los noventa en el taller de Guillermo Samperio, ahí hice grandes amigos que me han acompañado a lo largo de estos años, ahí compartí mesa con Yasmin Rosales, fue un lapso corto de tiempo, ella entró a la universidad, se cambió de ciudad, vivió grandes aventuras y hace un año volvió, me contactó y me dijo que por más que amara con pasión su trabajo de abogada en la Procuraduría, seguía soñando y quería seguir escribiendo, no historias de largo aliento como hacía en el taller de Samperio o en su trabajo, sino pequeños devaneos, crisis que albergaba en su corazón, que intentaría abrir un espacio de pocos minutos para decir cuando ama y cuanto le conflictuan ciertos sentimientos que a diario pasea por la ciudad con un silencio casi obligado que quiere gritar, sin alzar la voz.

Cannon Bernáldez.  Ustedes se preguntarán ¿qué hace una fotógrafa escribiendo historias infantiles? En una reunión de amigos, Cannon me platicó que desde hacía años tenía un sueño recurrente, un unicornio que la visitaba y quería llevarla a recorrer mundos fantásticos. ¿Te imaginas lo que podré fotografiar allá, a donde el unicornio me lleve?, me dijo y yo le respondí que así como capta instantes en sus fotos, esas nuevas imágenes debía llevarlas a las palabras, hacernos ver el arco iris y paisajes aterciopelados de ballenas con alas en frases evocadoras. ¿Y puedo ponerle ilustraciones o alguna foto? Me preguntó, supongo que al sentir que traicionaba su oficio. Le respondí que sí. Desde ese día, cada martes los de QWERTY nos subimos a un barco de papel, cruzamos un gran lago en compañía de una niña fotógrafa y su inseparable conejo Romualdo y enfrentamos una nueva aventura llena de imágenes que nos retratan como niños.

Víctor Chávez. Facebook también puede ser un semillero de talentos, un pajar para encontrar más de una aguja. Víctor llegó a mí o mis poemas llegaron a él hace diez años y hace uno, me envió la solicitud de amistad; recuerdo nuestras primeras conversaciones, eran sobre libros, mujeres, amores perdidos, pero sobre todo, poesía. Cuando supo que QWERTY arrancaba, fue el primero en inscribirse. Tengo mucho que contar, me dijo. Víctor resultó no solo ser un devorador de libros sino un constructor de personajes siniestros. Por su trabajo de criminólogo, por lo menos los martes, Víctor encarna a Sirus, un asesino serial que tiene que cumplir su propia profecía, otras veces, Víctor es un poeta que escribe versos con la misma intensidad con la que asesina; pero no se engañen, a pesar de esa aparente dualidad de narrador y poeta, tanto la novela como sus poemas sangran, no para muramos, sino para hacernos vivir y no hablo de una vida virtual, como la que muchos se inventan en Facebook, sino de la realidad literaria que aún dormidos nos acompaña.

Para finalizar, agradezco a Margarita Guardado por prestarnos esta hermosa casa, a Philippe Ollé-Laprune, su director por todas sus atenciones, a Elsa Falconi y a Christian Galindo por hacer posible QWERTY, ellos nos prestan cada martes Le Café du Soleil donde se lleva a cabo nuestra cofradía y han hecho de ese lugar un espacio cultural en la Narvarte. También, hago un agradecimiento especial a Fernando Galindo, a quien también conocí en el taller de Samperio y quien ha sido mi amigo y cómplice por muchos años, si no fuera por él, QWERTY no existiría. 

 
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Foto: De izquierda a derecha, Cannon Bernáldez, Yasmin Rosales, Víctor Chávez, Vicky Olivares y Rodolfo Naró. Crédito: Alfredo Peñuelas Rivas

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