martes, 17 de enero de 2012

Diario medular | Carlota, emperatriz

El de ayer fue un día especial. Se cumplieron 85 años de la muerte de Carlota de Habsburgo, Emperatriz de México de 1863 a 1867. Quizá la etapa más romántica de nuestra historia. Carlota era hija de Leopoldo I de Bélgica y esposa de Maximiliano de Habsburgo a quienes unos mexicanos monárquicos le ofrecieron gobernar el país con la ayuda del Ejército francés de Napoleón III, desconociendo la presidencia de Benito Juárez.

Cuando al fin Juárez derrocó a Maximiliano, el emperador se negó a huir de México para evitar la pena capital. Carlota volvió a Europa y nada pudo hacer para ayudar a su amado Rey. Lo que pudo haber sido un simple brote psicótico, se convirtió en una locura permanente. Recluida en una torre del Castillo de Bouchot por su hermano Leopoldo II, rey belga, el mismo que mató más de 10 millones de africanos en el Congo, era de esperar que tampoco tuviera piedad para con su hermana.

Carlota tenía 26 años de edad en ese momento y vivió 60 más en el anonimato. Sobrevivió a la caída del Imperio Austrohúngaro, gobernado por la familia de su esposo, a la caída del Imperio Ruso, a la Primera Guerra Mundial. A los más de 30 años de porfiriato y a la revolución mexicana. Llegó la invención de la electricidad, del cine, del automóvil. El mundo cambió para siempre, mientras ella seguía esperando volver a su casa, el Castillo de Chapultepec, a mirarse de nuevo en los ojos azules de Maximiliano. Tenía 96 años y estaba realmente loca.

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