domingo, 11 de marzo de 2012

Anatomía del éxito


Cómo se mide el éxito de un libro. Por el reconocimiento de la crítica, por el número de lectores, por la asistencia de público a su presentación. Quizá los aplausos son un buen parámetro o si la gente ríe o llora en plena lectura, si se arrebatan el lugar en la fila de entrada o si llegan cuatro horas antes de que comience el evento. Los flashes de las cámaras son también una medida. Si hubo muchos destellos y gritos alocados. Si algún lector llega con otro libro o varios libros del mismo autor y pide que se los dedique. Pues un poco de todo lo anterior sucedió el jueves pasado en la librería Gandhi del sur de la ciudad.

Desde las cuatro de la tarde había gente esperando entrar al Foro de la librería, situado en un segundo piso. El auditorio es pequeño, tiene capacidad para 120 personas. Yo llegué a las 6 de la tarde. Esa mañana también salí a correr, desayuné en mi casa y estuve leyendo Canción de tumba, de Julián Herbert. A la hora de la comida preparé una ensalada de atún. Entre tanto, no dejaba de ver el reloj, de mandarme correos con Paula, la asistente de Ely Guerra. Le explicaba que habíamos acordado, Anamari Gomís, Gilma Luque y yo, que la presentación de Cállate niña sería una conversación. Al mediodía me bañé, me rasuré con el cuidado del esquilador de ovejas y me vestí con los colores que siempre uso cuando presento un libro: camisa blanca –en este caso azul muy tenue– y saco azul marino. Poco antes de las 6 de la tarde abordé el metro. Al llegar a la Gandhi, la fila que bordeaba el pasamanos de la escalera, bajaba al primer piso y parecía que continuaría creciendo.

He publicado 10 libros, ocho de poesía y dos novelas. En las primeras presentaciones lo más común es que vayan solo amigos y familia. La tía en silla de ruedas o los primitos que no saben a qué fueron porque todo les parece aburridísimo. Pero conforme los libros avanzan los salones comienzan a poblarse de lectores, menos familia y pocos amigos. Este fue el caso de Cállate niña, solo tres tías acudieron, los demás eran algunos seguidores de Facebook y la mayoría fans de Ely Guerra. Legión de ángeles que respondieron a su llamado. A las 6:30 que Ely llegó, la gente desbordaba la librería y el último de la fila pisaba la calle. Media hora más tarde todo estaba dispuesto, el vino en su punto, Anamari Gomís y Gilma Luque atentas al inicio. Abrieron las puertas del Foro y en un abrir y cerrar de ojos se llenó.

Eran casi doscientas personas y la mitad estarían de pie. Pero no les importó con tal de escuchar a Ely Guerra leer fragmentos de la novela. Luego continuó Anamari Gomís diciendo que Cállate niña era la nueva Madame Bovary, una novela de educación sentimental. Así empezamos el diálogo y una hora después la gente seguía preguntando. Luego vendrían los aplausos, los flashes, las felicitaciones, los besos, las firmas, el intercambio de tarjetas y mails. La cena con mis editores, Yeana, Gilma y Antonio, sus respectivas parejas. La intimidad con mis amigos Montserrat Hawayek, Fernando Galindo, Claudia Bernáldez-Bazán, Leticia y Guillermo Espinosa, Cannon Bernáldez, quienes se quedaron conmigo hasta el momento del café de mi décimo libro. Al final, que ellos sigan a mi lado ha sido mi rotundo éxito.


Foto: Cannon Bernáldez
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Rodolfo Naró, Tequila, Jalisco, 1967. Poeta y narrador. Cállate niña es su nueva novela y Ediciones B su nueva casa Editorial | www.rodolfonaro.com

2 comentarios:

Marta Espinós dijo...

Qué alegría tremenda, Rodolfo! Con la que está cayendo, el mundo necesita noticias como ésta, escritores como tú, libros como el tuyo... Felicidades, ánimo y abrazos valencianos!

Rodolfo Naró dijo...

Hola Marta,

Recibo tus abrazos y desde México van más para Valencia. Espero pronto escucharte tocar. Tus notas, como huellas de ave.

Besos,
Rodolfo

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